De Atenas a Las Hurdes

Aunque sean conceptos míticos y en apariencia ingenuos, lo cierto es que en mi opinión siguen siendo sugerentes para reflexionar sobre acontecimientos de la actualidad.
De Atenas a Las Hurdes
Jesús Pino Jiménez
Jesús Pino Jiménez

Desde los tiempos de los antiguos griegos y romanos, que fueron los que nos enseñaron a pensar a los occidentales, tendemos a considerar a la suerte como algo azaroso y voluble que gobierna de forma caprichosa nuestro acontecer. Los griegos la llamaban Tique ( de donde viene el nombre de Eutiquio, “el que tiene buena suerte”) y los romanos Fortuna y unos y otros la solían representar personificada como una mujer con el cuerno de la abundancia ( cornucopia), coronada con torres, a veces ciega y con un timón o rueda para dirigir los destinos de la humanidad. En su compañía o confundida con ella aparecía también, como una chica sin pelo y por tanto difícil de agarrar,  la Ocasión ( de donde procede nuestra sentencia “ la ocasión la pintan calva” para referirnos a una coyuntura favorable que no se debe desperdiciar). Aunque sean conceptos míticos y en apariencia ingenuos, lo cierto es que en mi opinión siguen siendo sugerentes para reflexionar sobre acontecimientos de la actualidad. Pensemos, sin ir más lejos, en el Rey Emérito, que lo tenía todo incluso demasiado a su favor ( puestos a escoger valientes del 23-F, yo prefiero a Adolfo Suárez o a Gutiérrez Mellado) para un final de fiesta estupendo y que por su mala cabeza y ciertos azares va camino de acabar convertido en un personaje lamentable. Pensemos en todos nosotros, que hace sólo unos meses nos las prometíamos tan felices con nuestro modo de vivir y que ahora nos vemos obligados a cambiarlo a marchas forzadas. Y podría prolongar hasta donde quisiera los ejemplos y en todos ellos se vería con qué facilidad y misterio las cúspides se convierten en simas o viceversa, cómo se sube desde lo más bajo a lo más alto sin razones que justifiquen totalmente el ascenso.  No voy a discutir que para muchas cosas que nos pasan hay explicaciones palpables, comprobables, y que no podemos eludir las responsabilidades de nuestros actos para bien o para mal, pero, con todo, me sigue pareciendo atractiva la vieja noción del azar ciego que zarandea caprichosamente nuestras frágiles vidas y por eso, como Sófocles, pienso que nadie está libre de sus vaivenes hasta el último momento de su existencia y que, consecuentemente, hasta ese punto nadie se puede llamar de verdad afortunado o desafortunado, o, dicho de una manera más entendible, que hasta el rabo todo es toro. Hace poco escuché una preciosa canción que se canta en la extraordinaria región extremeña de las Hurdes. Se la escuché a un grupo magnífico, también de Extremadura, que se llama Acetre. La letra, entre otras cosas, proclama: “ La rueda de la fortuna da vueltas y no se para, un día te da la suerte y al otro día es contraria”. Ojalá que de una vez por todas, en estos tiempos inciertos que nos ha tocado vivir, nos muestre de forma más clara su lado benigno, que ya nos va tocando.