Tetas, helados y putas

Una teta es una teta​, una teta en la boca es tan natural como la vaca que pasta en el prado o el michelín que no consigo perder de mi barriga.
Tetas, helados y putas
José Miguel García Conde
José Miguel García Conde

Una teta es una teta. Una teta es lo primero que cualquiera de nosotros ve al nacer, después del careto de la matrona. Una teta en la boca es tan natural como la vaca que pasta en el prado o el michelín que no consigo perder de mi barriga. Una teta nunca es algo negativo, no puede serlo, no debe serlo. Si en el cartel de la última película de Pedro Almodóvar aparece una teta, no se entiende que la censuren en Instagram, pero se comprende que los defensores de la moral derechosa y tardofranquista lo hagan; va en sus genes y en su forma de entender el mundo. Del mismo modo en que se tiran de sus pelos repeinados al ver el cartel que anuncia el concierto que dará en Toledo la cantante Zahara, vestida de virgen-puta. A mí no me gusta el color amarillo, pero no voy criticando a Homer Simpson cada vez que lo veo por la tele. Zahara no creo que quiera ofender a nadie, tan sólo es una manifestación de la represión de la mujer, tan sólo es una muestra de valor. Las putas tienen derecho a ser vírgenes, faltaría más. Y ya, para rematar más el asunto, la marca de helados Snickers ha tenido que retirar su último anuncio, ya que ofendía al colectivo LGTB, porque dicen que Aless Gibaja denostaba la sexualidad de las personas, la libertad de ser feliz con la identidad que cada uno elija. Por supuesto, que cada uno tiene derecho a ser feliz. Para qué estamos en este apestoso mundo sino para ser felices. Creo, desde mi modesta manera de ver las cosas, que no ofende quien quiere sino quien puede. En pleno siglo XXI estamos viviendo una segunda juventud de la Santa Inquisición. Nos escandalizan anuncios, carteles, simples fotografías, que no buscan el insulto, que no pretenden la ofensa. Hay censura a la izquierda y a la derecha, hay autocensura, que es la peor de todas, hay censura incluso en este texto que quiere ser una columna. El gran Juan Soto Ivars afirma que “el tabú asfixia la democracia occidental”. Así nos vemos, con los ojos vendados, con la boca cerrada y sin apenas aire.