He de pedir perdón ante todo por escribir esta humilde reflexión a bote pronto y en posición de ventaja, después de haber leído la estupenda columna de mi compañero de medio Jesús. Vamos con una visión distinta de la cosa con el único ánimo de fomentar el debate.
Si recuerdan mi columna anterior sobre la polarización, analizando un poco nos daremos cuenta de que la visión de Trump que tenemos a este lado del mundo nos llega aún más distorsionada que a los propios norteamericanos. Al final, lo que sabemos de él lo sabemos por lo que nos cuentan los medios, de los que se hacen eco los medios españoles (a mí lo que me gustaría es ver a un medio español entrevistando a Trump) y por el eco que provocan los polémicos tuits de este político histriónico.
Es decir, basamos nuestra opinión sobre lo que vemos y oímos y así podemos caer en el análisis superficial. A mí tampoco me gustan las formas de Trump ni muchas de sus opiniones, insultos o sentencias sobre temas como el libre comercio, los medios de comunicación o los rivales. Sin embargo, de ahí a afirmar categóricamente que es una persona racista o machista, que va contra el sistema, y que por ello puede afectar negativamente al resto del mundo, creo honestamente que nos estamos desviando o errando. Hay políticos españoles que han producido auténticos exabruptos sobre las mujeres por no entrar en sus irresponsables políticas antisistema, dígase nuestro orden constitucional. Y ahí quedó, olvidado...sin embargo, Trump sigue día a día en el foco porque es el Presidente de la aún primera potencia económica y por supuesto, democrática del mundo. Porque no olvidemos que al contrario que China, por ejemplo, Estados Unidos sigue siendo una democracia y lo seguirá siendo aunque gane Trump las elecciones, entre otras cosas porque solo podrá estar 4 años más en el cargo. Del Presidente chino no sabemos nada, porque lo que habla y hace queda para ellos y claro qué curioso que nadie se mete con él...son mejores el presidente chino o el norcoreano que Trump?
A Trump le importa verdaderamente una higa lo que pase en el mundo y así lo ha demostrado. Solo le importa su país. America First! De su política, la más perjudicial para el resto del mundo es la declaración de guerra que ha hecho al comercio internacional libre, con la imposición de aranceles a muchos productos que llegan a Estados Unidos desde el resto del mundo. Se llama vuelta al proteccionismo. No creo que por muy vulgar que sea su forma de gobernar vaya a afectarnos más allá, aunque ya es mucho. De hecho, no se habla nada de que Trump es el primer presidente en décadas en no haber declarado una guerra, no se comentan en tertulias los acuerdos entre países enemigos que ha propiciado, o apenas se analiza por qué en Estados Unidos tienen un dato de paro ahora mismo del 7,9% (las políticas de Trump lo situaron en el 3,5% hace un año) frente a nuestro país super cool y superfeminista, cuya ministra de Trabajo alardea de haber entregado más de 5 millones de prestaciones en lugar de preocuparse de que nuestro paro alcanza hoy el 16,6%. A mí me resulta más interesante entender por qué casi 62 millones de personas (46%) votaron a Trump en 2016 y cómo a pesar de que su rival demócrata, Hillary Clinton obtuvo el 48%, no consiguió ser la primera mujer Presidenta de esta gran nación. 62 millones de personas no pueden estar equivocadas, ni ser estúpidas.
Resulta que en el sistema electoral americano lo que se elige es un número de representantes por estado, salvo en Maine y Nebraska que sí cuenta el voto popular. Este número de compromisarios viene dado básicamente por la población del estado. Quien alcance esta noche la mayoría de 270 en esa suma será Presidente. Trump ganó en 2016 porque estados industriales tradicionalmente demócratas votaron a los republicanos. El mensaje nacionalista, conservador, tradicional, de preservación de los valores americanos y antiglobalista, caló no solo en la América profunda sino también en los estados costeros del este. De no haber habido pandemia de por medio estoy convencido que Trump hubiera pasado por encima de Biden, mucho peor candidato que Clinton. De lo que estoy seguro es que gane quien gane, muy pocas cosas cambiarán en Estados Unidos...y menos en el resto del mundo. Por ello creo que no hay nada que temer, amigo Jesús.
Estados Unidos decidió hace tiempo que su preocupación está dentro de sus fronteras.