Idiotas. Nos toman por idiotas. Nos dicen que un francés puede hacer el Camino de Santiago, pero que yo no puedo visitar a mi madre en el pueblo de al lado, por más vacunas que nos hayan puesto o más test anales que me hayan hecho. Nos ponen por televisión a una mujer supuestamente maltratada, como si fuera una serie de Netflix y nos dicen que ignoremos a la justicia, que los jueces no tienen criterio, que somos unos idiotas. Nos piden prudencia, paciencia y educación, los mismos políticos que ignoran la prudencia, que aborrecen la paciencia y que desprecian la educación. Esos mismos que se cambian de partido como quien se cambia de bragueta, que se venden con la ligereza de un estornudo, con la poca vergüenza de un ladrón que le roba el dinero a una anciana. Nos manipulan y nos dejamos manipular; nos encanta criticar en la barra del bar, que es la iglesia del pobre, pero cuando llegan las elecciones nos quedamos en casa, porque somos idiotas, y nos encanta serlo. Nos dicen lo que tenemos que comprar, lo que tenemos que beber, lo que tenemos que vivir, lo que tenemos que votar. Nos animan a tener planes de pensiones, pero nadie nos garantiza que tendremos un futuro. 

A veces creo que en realidad somos unos verdaderos idiotas en un mundo idiota, rodeado de otros idiotas, viendo cosas idiotas por televisión, poniendo tuits idiotas, subiendo fotos idiotas por Instagram, incluso escribiendo columnas tan idiotas como esta.