LETRAS

<span style="font-size:14px;"><strong>Ser de letras según mi modesta opinión de letroso de nacimiento de letrado por obligación y letrista por convicción es un verdadero regalo</strong></span>

Ser de letras, como si fuera un vulgar insulto, como si esas tres palabras fabricadas con letras significaran algo horrible. Ser de letras, como quien es del Madrid o del Barça, como quien parece menos capacitado para la vida, menos útil para la sociedad. Y lo repiten a gritos, SER DE LETRAS, así en mayúsculas, como si para ellos, además de estorbos sociales, tuviéramos inservibles los oídos.

Ser de letras, como afirman encima del pedestal de la sabiduría, en lo más alto del púlpito de los medios de comunicación, de las terrazas de caña de cerveza, de las reuniones de vecinos, de la cola del paro, de todos los que dicen con rotunda sapiencia que es que ese es de letras, que no puede evitarlo, que qué se le va a hacer, si nació así, como a quien le nace un hijo tonto. Ser de letras, según ellos, es un terrible destino, con un desastroso futuro y una vida marcada para siempre, como quien se hace un tatuaje.

Ser de letras, sin embargo, según mi modesta opinión de letroso de nacimiento, de letrado por obligación y letrista por convicción, es un verdadero regalo. Ser de letras, ser partidario de la belleza comunicativa, amante de la palabra, jugador del idioma, aventurero de estrofas, fabulador sin remedio.

Ser de letras, dibujar con palabras universos fantásticos, redondear las aristas difusas de la lengua, reconstruir ideas hasta que nada encaje y todo encaje al mismo tiempo. Ser de letras es el piropo más bello que nunca me han lanzado, que siento tan mío como mi propio nombre o el parpadeo de mi corazón. No todo el mundo tiene la suerte de ser de letras. Lo lamento mucho por los que no lo son. Así es la vida.