Enseñamos a leer a los pequeños. Enseñamos que la m con la a si se repite da como resultado madre, que los números son primos aunque no sean familia, que todo es relativo en esta vida. Enseñamos que los versos pueden ser del capitán, que hay nanas tristes como la cebolla y que una aventura submarina puede ser tan larga como veinte mil leguas de viaje. Enseñamos a distinguir la hipotenusa en un triángulo, a cruzar la tangente incluso entre dos líneas paralelas, a deletrear desoxirribonucleico y esternocleidomastoideo. Enseñamos que una revolución puede cortar cabezas o poner claveles dentro de unos fusiles, que la música es el idioma más bello que existe y que las matemáticas pueden encontrarse incluso en el caparazón de un caracol. Enseñamos que la poesía no sirve para nada pero que sin ella todo es confuso, que el latín sigue latiendo y que hasta un loco puede matar gigantes con forma de molinos. Enseñamos que con guisantes se fabrican teorías, que con una manzana se puede cambiar el mundo, que hay números que son letras y letras que se cuentan en un poema. Enseñamos que se aprende más de un cuadro de Picasso que de una enciclopedia, que los niños pueden romper barreras y destrozar los miedos, que la risa es el arma más poderosa que existe. Enseñamos que hay raíces que son cuadradas, que hay tablas de multiplicar y la canción de un pirata. Enseñamos que la palabra amor es un mundo infinito, que arregla casi todo.